-Todo sucedio aquella noche, con el , en el viejo autocine. Sus caricias, sus palabras y sus versos de amor cautivaron mi corazon -dolorido por un amor perdido- y darle aquello que nadie antes habia poseido: mi amor y mi cuerpo. Horas estuvimos en aquel coche. Horas rebosantes de amor, de ternura y de cariño. Yo me senti muy feliz, mi cuerpo de niña ahora era el de una mujer, fue algo maravilloso para mi. Al dia siguiente volvimos a estar juntos. El me contaba cosas mientras paseabamos por las calles de la ciudad. Despues llego el lunes y tuve que volver al colegio donde estaba internada. Tres semanas tenia que estar alli sin poder verle! Encerrada entre aquellas paredes oscuras y viejas. Tres semanas prisionera de los recuerdos. A eso del tercer martes una sospecha crecia en mi; algo dentro de mi cuerpo no funcionaba como siempre. Al dia siguiente lo comprobe y mis sospechas se convirtieron en una realidad tormentosa, todo se me vino abajo; no sabia como se lo tomaria el, ¿y mis padres?, ¿y yo? ¿como debia tomarmelo yo? ¿era aquello para estar contenta o no?. No sabia nada. En mi mente solo habia preguntas sin respuesta. Esa noche apenas pude pegar ojo y a la mañana no fui a clase, fingi estar enferma; asi que pase todo ese dia y el resto de la semana en mi habitacion revolviendo mis pensamientos sin encontrar la forma de ordenarlos. El viernes llego oscuro, lento, parecia interminable. Por fin a la tarde, me vino a recoger George, el chofer, y dos horas mas tarde llegaba a las puertas de la mansion. Enseguida fui a donde mis padres para saludarles fingiendo estar alegre y feliz y en cuanto pude fui a buscarle. Tenia un discurso preparado, pensaba decirle que si queria podia dejarme que yo habia sido la culpable de todo y que ya lo superaria. Pero en cuanto le tuve delante todas las fuerzas que habia conseguido reunir abandonaron mi cuerpo y me deshice en sus brazos llorando como jamas lo habia hecho. El se asusto, no sabia que pasaba e intentaba tranquilizarme, mientras me pedia que le explicara lo que sucedia. Poco a poco me fui calmando y entre sollozos y suspiros se lo dije. Su reaccion me asusto. Tenia el rostro seco, no tenia expresion y su palidez era mortal, hasta que al fin, y despues de muchos suspiros, titubeos y con mucha pena y preocupacion me dijo que no podia hacerse cargo ni de mi ni de el pequeño ya que sus padres no lo aceptarian debido a las costumbres de su pais y que acabarian por acerme la vida imposible. No dijo mas en toda la tarde. Estuvimos paseando envueltos en nuestros pensamientos, abrazandonos queriendonos como si fuese la ultima vez. Y en realidad lo fue. A la mañana siguiente aparecio su cuerpo tendido en el parque donde estuvimos paseando la tarde anterior. Tenia una pistola en una mano y el cerebro esparcido por el suelo, y en la otra mano una nota que decia:
ELLOS NO LO COMPRENDERIAN. TE QUIERO. ADIOS.
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