Veo la luna romper su blancura circunferente en el espacio. Muta su geometrica belleza en una horrible deformidad petrea. Dos pozos negros crecen en su interior hasta tragar la pureza del astro: dos ojos cadavericos que observan mis movimientos.
Largos colmillos crecen en el hemisferio boreal, acechantes, feroces, malevolos, inertes; dispuestos a clavarse en mi cerebro para extraer mis ideas. Dispuestos a perseguirme hasta el fin de mis dias.
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